El Camino del Amor: APRENDER — Soñando con Dios a través de las Escrituras
por Kathy Staudt, Directora Espiritual de BFL/VEA
“¿Por qué siempre tenemos que escuchar esa historia en Noche Buena?”, me pregunta mi esposo cada año. Parece un Dios molesto castigando a los hijos/as de Dios – no muy navideño después de todo. Él se refiere a la primera lectura de nuestro tradicional servicio de Lecturas y Villancicos, Génesis 3:8-21, que comienza diciendo: “Cuando el día comenzó a refrescar, el hombre y la mujer oyeron que Dios el Señor andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera.”
Esta pregunta me recuerda en verdad por qué “Aprender” es el segundo paso en el nuevo “Camino del Amor” de la iglesia. Debido a la reacción de mi esposo, típica de muchas personas que no van a la iglesia, recuerdo que hay cosas que APRENDER, que están ahí para aprender sobre nuestra tradición y sobre nuestra manera de leer las Escrituras, especialmente en la rama episcopal del “Movimiento de Jesús”.
A lo largo de los años me ha animado la invitación a leer las Escrituras como una “historia completa”, no como una serie de historias discretas y problemáticas, sino más bien en el contexto de lo que la tradición ha llamado “la historia de la salvación”, o lo que una de mis teólogas favoritas, Verna Dozier, ha llamado a la historia del “Sueño de Dios: el llamado a regresar”. Según Verna, la historia de las Escrituras habla de una serie de “caídas” de una visión de Dios en la que las personas viven en armonía unos con otros y con la creación, compartiendo amor y compasión y regocijándose en los buenos regalos de la vida. Pero una y otra vez, cuando se ofrece esta nueva vida, la humanidad se resiste, se rebela o se aleja. Y hay una pérdida, y una necesidad de ser devuelto a la totalidad. ¿No es cierto que reconocemos el patrón como básico en nuestra experiencia humana? Y hay una larga tradición en nuestro pasado cristiano de leer las Escrituras como lo que nuestra liturgia llama “el registro de la obra salvadora de Dios”. Es toda la historia lo que importa, incluso más que sus capítulos.
Por supuesto que existen momentos brutales en las historias de las Escrituras ya que provienen de una cultura patriarcal y frecuentemente violenta y tribal. También podemos centrarnos en otras preguntas, por supuesto: ¿No fue esta una trampa injusta? ¿Qué significa todo esto del dolor de parto y el sudor en nuestra frente? Estas son buenas preguntas también – pero hay también una ternura en la historia que no podemos olvidar – la del padre/madre en duelo por el hijo/a que aún no alcanza la profundidad en el amor para ellos – esta historia trata también sobre esto. Y se necesita mucho escuchar e imaginar para escucharla, pero está ahí.
Entonces, la razón de leer la historia en la noche previa a la Navidad es que esta historia abre el resto de la historia – no la historia de la “caída” en sí misma, ya que dejada fuera de contexto es en verdad lo que Phyllis Trible llama “ un texto de terror”. Parte de ese servicio de Navidad – y de nuestras liturgias eucarísticas – es el sentido de que habitamos una historia más larga sobre la relación de Dios con nosotros. Si alguien está en el servicio meramente como espectador, quizás se lo pierda, y en nuestra evangelización tenemos trabajo para hacer al aprender y enseñar esta dimensión más contemplativa de nuestra tradición. De esta forma las personas no escucharán solo una serie de fábulas perturbadoras provenientes de una cultura autoritaria y patriarcal que juzga todo el tiempo.

El ambiente litúrgico ayuda: durante el servicio de Lecturas y Villancicos escuchamos esta historia justo después del villancico navideño de apertura (tradicionalmente “Once in the Royal David´s City”) y las oraciones que llaman a la misericordia y al amor de Dios para nosotros por la eternidad. La historia de la venida de Dios para estar entre nosotros, como Dios-con-nosotros, Emmanuel, comienza con la pérdida y con una relación rota, y con corazones rotos, y sigue, misteriosamente y por mucho tiempo, con un nuevo camino de vida que no podemos imaginar cuando estamos estancados de un lugar de pérdida y odio.
Un año, cuando era lectora durante el servicio de Lecturas y Villancicos, me asignaron este pasaje del Génesis y me encontré a mí misma escuchándolo de una manera nueva mientras lo leía. En ese momento no escuché tanto la ira y el castigo en la historia, sino la ternura: el “Señor Dios” como compañero de la humanidad, caminando en el jardín en el fresco de la tarde; las preguntas con el corazón roto: “¿Dónde estás?” “¿Qué es esto que has hecho?” y el pequeño detalle al final, cuando Dios provee pieles para vestir al hombre y a la mujer mientras se preparaban para abandonar el Paraíso. Meses después, me sentí atraída a meditar sobre este pasaje y a escuchar la historia desde el punto de vista de Dios, y finalmente encontré que a pesar de mi resistencia a la idea, necesitaba escribir un poema desde la voz de Dios, un poema sobre lo que había sido el sueño de Dios para la humanidad y la creación en ese momento antes de la confrontación que consideramos como “la caída”. Durante varios meses seguí con la idea de la persona amorosa que “caminaba en el jardín en el fresco de la tarde” y dejé que surgiera un poema.
El poema se llama “In the Cool of the Evening” (“En el frío de la noche”) – y es el primer poema de mi libro Annunciations (Anunciaciones). Frecuentemente lo uso como una invitación a retiro de grupos como una práctica de “soñar con Dios”. Aquí ofrezco un link al poema y te invito, cuando tengas el tiempo, a escucharlo. Deja que algunas de las imágenes e ideas se asienten. ¿Cómo esta manera de contar la historia te invita a “soñar con Dios”, a entrar en contacto nuevamente con la bendición original que Dios desea para nosotros, y a la cual siempre estamos invitados a regresar?