Por Rodney Dean –– Una fuerte tormenta eléctrica da paso a una hermosa lluvia de verano. Caminando descalzo sobre la hierba mojada, bajo la lluvia cálida, saco el bote de basura anticipando la visita semanal de aquellos que se ocupan de lo que ya no queremos o necesitamos. Un conejito se escurre, probablemente debido al ruido del gran contenedor con ruedas. No suele acompañarme porque vengo de la exuberante propiedad de “The Retreat House”.
El césped recién cortado es cálido y húmedo y es verano. Apenas se ve un arcoíris y lo veo solo por debido a lo que estoy haciendo… que fue motivada por la luz de la víspera que golpeó la vieja iglesia, iluminando el Campanario con un tono dorado. Todo esto me invitó a venir a ver.
El camino de regreso es a lo largo del antiguo cementerio, cerca de un árbol Crepe Myrtle, majestuoso con sus flores apareciendo… ¿tal vez de color magenta? Mis dedos se hunden en la hierba suave… y también hay un poco de barro. Es tan sagrado… tan santo… y yo acabo de llevar la basura a la acera. ¿Cómo puede ser esto?

Dios siempre está presente. Podríamos perder esto, y luego a veces no lo hacemos. Moisés pudo haber ignorado la zarza ardiente… y sin embargo no lo hizo… o tal vez Dios se aseguró de que no lo hiciera. El Santo hace cosas así… hace 3000 años… y hace 5 minutos. Eso es lo que parecía decir el pájaro que voló a través del porche abierto donde me siento en la ruta de vuelo… Dios es fugaz, como el pájaro, como la luz del ocaso en el campanario, como la lluvia de verano, como el arco iris.
Gracias a Dios. Amén.